Glaciar de Quelccaya: Donde duermen las estrellas y reina la paz
El glaciar Quelccaya, considerado el glaciar tropical más grande del mundo, se levanta con sus imponentes montañas de hielo que parecen tocar el cielo. Es un lugar maravilloso que sana el alma: allí respiras profundo y guardas en tu memoria una imagen imborrable de todo lo que te ofrece. El viento frío acaricia tus mejillas como un susurro, transmitiéndote paz y armonía. Esta maravilla natural se encuentra en la comunidad de Phinaya, un rincón del Cusco que invita a contemplar la grandeza de la naturaleza.
Tabla de Contenidos
El Glaciar de Quelccaya, uno de los más grandes del mundo, es una joya natural que se encuentra en la comunidad de Phinaya, en el distrito de Sicuani , región de Cusco. Esta maravilla andina no solo asombra por su inmensidad y belleza, sino también por la energía única que transmite a quienes se sumergen en ella.
Quelccaya: el alma que escribe
El nombre Quelccaya proviene del quechua: «quelca» significa «escribir» y «aya» puede interpretarse como «alma» o «muerte». Así, se traduce como “las almas que escriben”, haciendo referencia a los misterios que guarda este gigante de hielo. También se le conoce como Qollorpuñuy, que en quechua significa “el lugar donde duermen las estrellas”
En el camino: lagunas, cielos celestes y aire puro
Durante el trayecto hacia Quelccaya, encontrarás tres lagunas principales que forman parte del encanto de la comunidad de Phinaya:
- Laguna Humacocha, la primera en el camino, con una vista majestuosa.
- Laguna Qhasqara, la segunda en el recorrido, rodeada de montañas.
- Laguna Sibinacocha, la más grande y una de las más impactantes de la zona.
En Phinaya, el clima puede cambiar rápidamente. Puede amanecer despejado, luego nublarse, llover o incluso nevar. Las nubes bajan como si acariciaran las montañas, y el aire, libre de contaminación, se siente fresco, profundo y tranquilizador. Respirarlo es un regalo: es la Pachamama hablándote en silencio.
De día, los paisajes se pintan de azul celeste. Y de noche… imagínate el cielo: lleno de estrellas brillando sobre ti, y la luna iluminando la inmensidad blanca del glaciar. Es una experiencia que te conecta contigo mismo y con el universo.
Una caminata que renueva el alma
Llegar a Quelccaya es una caminata que no solo requiere abrigo y resistencia, sino también respeto y conciencia.
El glaciar tiene una extensión aproximada de 44 km, pero debido al cambio climático, los científico Lonnie Thompson advierten que podría desaparecer en el año 2060.
Por eso, cada paso hacia él es también un acto de amor y compromiso con la Tierra.Durante la caminata:
- Lleva ropa abrigadora e impermeable (poncho o plástico para la lluvia).
- Usa gorra o una prenda en la cabeza para evitar el “mal viento” (que puede causar dolor de cabeza o náuseas).
- Puedes llevar alcohol para oler en caso de malestar.
- Respira por la nariz y exhala por la boca, y haz pausas para oxigenarte correctamente.
Escucha siempre a los guías. Ellos no solo te orientan, también te cuidan. Hay incluso una cueva especial en el glaciar, que merece respeto y cuidado. No es un destino turístico común: es un espacio sagrado.
Un llamado a la conciencia
Ver el glaciar de lejos ya impacta. Pero estar frente a él, verlo de cerca, sentir su energía… te deja sin palabras.
Puede que antes no supieras de su existencia. Puede que lo hayas visto en videos. Pero cuando estás ahí, lo entiendes: esto es algo que debe ser protegido.
La Pachamama nos dio esta maravilla. Y como hijos de la tierra, nos toca devolver con reciprocidad: cuidar, respetar y preservar. No esperemos a que desaparezca para valorarla.
Una experiencia para toda la vida
Visitar el Glaciar de Quelccaya no es solo una aventura. Es un reencuentro con la naturaleza, con tu energía interior, y con el respeto por la vida en todas sus formas.
Conclusión
Vivir esta aventura es lo mejor que puedes hacer, porque esta travesía no es algo que debas dejar pasar. Lo que verás es simplemente maravilloso: sentirás que caminas entre las nubes, como si estuvieras en otro paraíso. Este paisaje único es un regalo de nuestra Pachamama, una maravilla natural que nos recuerda la grandeza de la vida. Disfrutar de este lugar es, sin duda, una de las mejores experiencias que podemos vivir
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